lunes, 1 de septiembre de 2014

MI FAMILIA ANIMAL

Tanto hablar de mis queridos compañeros no humanos y todavía no os los he presentado formalmente. ¡Qué descuido por mi parte!

Haciendo un pequeño ejercicio de autocrítica, entiendo que es una pesadez enseñar fotos que con toda probabilidad solo a mí me importan, pero, para ser justos, no tienes por qué verlas, puedes cerrar esta ventana ahora mismo y yo prometo no materializarme a tu lado para darte una colleja.

Las fotos tienen cierto orden cronológico.

Desde que era pequeña lo que siempre había deseado con más fuerzas fue tener un perro y lo pedía, año tras año, en mi cumpleaños y por Navidad. Y cuando tenía 18 años llegó, por fin, Sultán, nuestro primer perro, que ya no está. Era leal, muy valiente, testarudo, comodón, pasota y un auténtico payaso. Se le echa de menos, la verdad.

No era la clase de perro con el que yo soñaba (prefería los perros más atléticos), pero me conquistó totalmente con ese carácter tan especial de los bulldog ingleses. Desde Sultán me derrito cada vez que veo uno.

Tenía displasia y casi todas las dolencias típicas de un bulldog inglés, pero se le cuidó con gran esmero y vivió mucho y muy bien.

Fue el regalo de unos amigos de mi padre y desde que llegó mi vida cambio pues me volví más responsable. Él y yo crecimos juntos.

Me encantaba perder la nariz entre los pliegues de su cuello y destrás de sus orejas olía a Navidad, a castañas asadas y a galletas.

Su marcha fue muy triste.








Aquí ya era Don Sultán, un gran señor.

Cuando Sultán se fue pensamos que no volveríamos a tener perro, pero aguantamos un mes terrible y entonces acudimos al CIAM en busca de un perro al que adoptar y Cleopatra nos enamoró (en el CIAM ella se llamaba Corsa porque llegó en un Opel Corsa).

Era miedosa y tenía gran cantidad de fobias con las que era extremadamente difícil convivir...


... pero con paciencia, perseverancia, cariño y disciplina se convirtió en la perra magnífica que es hoy en día, de veras una perra maravillosa y una grandísima compañera.

Cleo es inteligente, obediente, leal, mimosa inquieta, juguetona y muy divertida. Salir con ella de excursión es delicioso porque siempre está dispuesta a hacer cosas, de buen humor, no se mete en líos y es bien educada. Mi confianza en ella es total.

Creo con toda sinceridad que ningún ser vivo me he querido más de lo que me quiere Cleo.







La belleza de Cleo no tiene límites























Con el tiempo descubrimos que tiene enteritis linfoplasmocitaria y ha sido duro, pero, con ayuda de unos excelentes veterinarios, ahora ya estamos hechos a ello y todo va muy bien.

Si hay alguien por ahí cuyo perro tiene diarreas habituales y sin motivo, no gana peso (es más, lo pierde) y siempre tiene hambre (hambre obsesiva que le impide llevar una vida normal) que me escriba y lo hablamos porque es una enfermedad de muy difícil diagnóstico, la mayoría de los veterinarios no tienen ni los conocimientos ni los medios para diagnosticarlo, puede ser extremadamente estresante y muy peligroso para el perro.



Un día fui a cenar a casa de una amiga, que hace acogidas de gatos, y tenía a Mandarina, esta pequeña cosilla. Manda no tenía ningún miedo (y sigue igual), se me acercó, se sentó en mis piernas, me miró directamente a los ojos y se tumbó acurrucadita. Me enamoré y, casi como un torbellino, me la llevé a casa. Desde entonces es la jefa indiscutible.

Es tranquila, independiente, valiente, cariñosa y tiene la seguridad del que se sabe "El Jefe".

Cuando hace frío se mete en la cama conmigo un rato, dentro de las sábanas, y se acurruca de tal modo que su espalda toca mi pecho y apolla su cabeza en mi brazo. Entonces cuando yo suspiro ella suspira y así nos dormimos.




Si te mira con esos ojos ¿cómo no te la vas a llevar a casa?

Los comienzos de Manda con Cleo fueron difíciles pues Cleo es una perra con miedos, pero la confianza que tengo en mi perra es total, nos conocemos muy bien y sabía que lo conseguiríamos pues no hay nada que Cleo y yo no podamos hacer juntas. Lo pasamos mal un mes pero después todo fue sencillo. Cleo es una perra buenísima.













Castaño centenario



Siente gran interés por la gastronomía




Después de mi baño




Viajando






Cuando un animal te mira así...



Manda siente gran interés por los escondites especialmente complicados.

Dentro de un cajón diminuto

En la parte más alta del armario, a la altura del techo (porque no puede más alto), sobre las decoraciones de Halloween y junto a las mantas

Debajo de un felpudo

Y la estrella indiscutible: dentro de una caja


Pasado un tiempo vimos que la gata realmente necesitaba un compañero de su misma especie y gracias a una animalista encontramos a Dandi, un gato que tenía ciertas lesiones que reflejaban que con toda probabilidad se había caído desde una ventana (mandíbula partida y dificultades motoras).

Dandi es el animal más bueno que jamás haya conocido. Nunca le he visto sacar las uñas para hacer daño, nunca. Es buenísimo, muy tranquilo, afectivo, juguetón, tripero y puedes achucharle tanto como te plazca, aunque no te conozca.

Dandi te sigue a todas partes, pero sin molestar; simplemente se queda por ahí. Se restriega un poco contra tu pierna y se tumba cerca. Si me acuesto se acuesta, si cocino va a la cocina y desde la mesa me mira, si me pongo con el ordenador se tumba en la mesa a mi lado y se duerme...

Es un gato con necesidades especiales y totalmente adorable. De veras, invito a la gente a adoptar a esta clase de gatos porque es una experiencia estupenda. Abrazarle es terapéutico.

Está claro que con Manda ha congeniado




Montaje del simpático de mi hermano

Tras una comilona de temática mexicana

En lo más alto de el súper rascador que fabriqué

Un día, al volver del trabajo, me encontré con que mi hermana había descubierto a un cachorrillo de gato escondido en el motor de un coche frente a mi casa. Gracias a la amiga que nos dio a Manda nos hicimos con una jaula especial para cazar gatos y, después de siete interminables horas bajo un sol abrasador gran parte del tiempo y escuchando los comentarios de un montón de gente, quienes tenían una cantidad importante de opiniones al respecto pero ninguna ayuda que ofrecer (asco), capturamos a Anakin, que ahora vive con mi hermana.

Es un gato que, antes de ser rescatado por mi hermana, estuvo llorando más de una semana en la calle sin que yo pudiera identificar dónde se encontraba. Estaba famélico (era un esqueletito andante), muy asustado, agotado y extremadamente sucio. Mi hermana le salvó la vida.

Viene mucho por casa y se ha adaptado a los chicos muy bien, tanto que todos, incluida Cleo, quieren jugar con él. Anakin es un listillo porque sabe perfectamente lo que quiere y cómo conseguirlo de cada uno.

Es independiente, juguetón, inquieto, comilón y un auténtico pillo. El animal más pillo que jamás haya conocido. Nos tiene a todos, todos, sometidos y es el consentido.

Todavía estamos esperando para ver en qué clase de gato se covertirá aunque estoy convencida de que será totalmente distinto a los demás. Eso sí, no engorda nada, solo crece, crece y crece... Es un larguirucho de culo huesudo.


Aunque parezca increíble, Manda y él no tienen ningún parentesco porque Manda es de San Fernando de Henares, de una rotonda junto a una gasolinera, y Anakin de Madrid, de la colonia de gatos que hay junto a mi casa.

Realmente ellos comparten nuestra pasión por la gastronomía





Cabecita oculta de Anakin

Patitas de Anakin





Tumbado junto a las pruebas de la destrucción







Como habréis podido observar, la cesta verde es el bien más preciado de los gatos. Llegó a casa como soporte de un regalo navideño y, cuando iba a ir a la basura, Manda ya la había ocupado. Me fue imposible deshacerme de ella y ahora ya forma parte del mobiliario del hogar, mejorada con una bata vieja de color fucsia que hace las delicias de los gatos.

Cuando Anakin vino a casa por primera vez lo primero que hizo nada más sentirse seguro fue ocupar la cesta verde.

Tenemos una familia animal maravillosa, muy bien avenida.

Salen caros, no voy a negarlo, sobre todo si quieres atenderlos debidamente, como es nuestro caso y debería ser el de todos, dan mucho trabajo y a veces son un auténtico coñazo, pero compensa. Si pongo en un lado dela balanza las veces que me sacan de quicio y en el otro lo mucho que me divierten, lo interesantes e instructivos que resultan y el cariño que dan... gana esto último de manera aplastante.

Gracias a ellos me hice vegana.

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